Ordesa un destino de ensueño
A finales de junio aparque las bicis y me fui con mi esposa de escapada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Íbamos buscando el fresco, ya que por Castellón las altas temperaturas hacían insoportables los días e insufribles las noches, con más de 23º C, lo que hacía difícil conciliar el sueño.
Después de 4 horas y pico de volante llegamos al pueblo de Broto, con ganas de dejar atrás el calor y descansar un poco para cargar pilas.
¡Sorpresa! casi hacía tanto calor como en nuestra tierra.
Una vez instalados en nuestro alojamiento nos dimos una vuelta por el pueblo acercándonos a la cascada de Sorrosal a escasos metros del casco urbano de Broto.
Un bonito lugar para ir “abriendo boca” de lo que nos encontraríamos en Ordesa.
Nos retiramos a nuestro pequeño apartamento, cenamos, descansamos un poco haciendo zapping y finalmente nos acostamos.
Yo me acosté esperando dormir fresquito, pero no fue así, entre el calor y los vecinos que eran bastante escandalosos, me costo bastante dormir toda la noche de un tirón.
Bueno dejémonos de historias caseras y vamos a Ordesa.
Al día siguiente nos levantamos (no muy temprano, ¡estábamos de relax!), desayunamos y nos preparamos la comida y agua que nos llevaríamos al Parque Nacional de Ordesa.
Subimos al coche y llegamos hasta la “Pradera” en el Parque Nacional de Ordesa. A duras penas pudimos aparcar, de tanta gente que había.
Una vez el coche en su sitio, cogimos la mochila y empezamos a caminar dirección a la cascada de la cola de caballo.
El recorrido transcurre casi todo al bordeando el río y bajo el resguardo de un bosque frondoso formado por pinos, hayas, etc.
En el transcurso del recorrido nos quedamos boquiabiertos ante la preciosidad de varias cascadas que vimos.
Llegamos a la cascada de Soaso en 2:30, nos encontrábamos a más de 1.600 metros de altitud. Hacía tiempo que no caminábamos tanto y teníamos que volver.
Nos quedaba entre media hora y tres cuartos de hora para llegar a la cascada de la cola del Caballo, que era nuestro destino.
Pero decidimos darnos la vuelta y creo que acertamos. Paramos al lado del río para comer los que llevábamos y nos refrescamos los pies en el agua gélida del río.
Con las fuerzas recuperadas seguimos bajando hacia la “Pradera” a donde llegamos con 4:53’ y un desnivel acumulado de unos +500 m.
Volvemos a Broto satisfechos con lo caminado, sin remordimientos por no llegar al punto previsto.
Unos momentos de descanso, ducha y salimos a tomar un refresco por el pueblo. Cena y a descansar.
Otro día en Ordesa, pero esta vez nos acercamos a San Nicolás de Bujaruelo.
Nos sorprende el camping y la cantidad de gente que hay allí; y como no el paisaje espectacular que este lugar te ofrece.
Almorzamos en el Mesón/Refugio (tampoco hemos madrugado mucho, jejejeje).
Después de dar cuenta de dos grandes bocatas y dos cervezas empezamos la ruta. Pasamos el puente románico y bordeando el río Ara vamos haciendo kilómetros.
Entre vacas, toros, senderistas, alguna sombra y bastante sol, llegamos al puente de Oncins.
Miramos el mapa que nos facilitaron en la oficina de turismo de Broto (por cierto muy amables) y vemos que en la otra dirección hay un puente colgante y decidimos ir a verlo.
Uffff! Parecía que el recorrido era todo llano, pero ahora empezaban las cuestas y a pleno sol. Las ganas de ver el puente nos daban fuerzas para continuar.
Llegamos al puente y estaba lleno de gente. Un chico bajaba con una piragua los rápidos del río y estaban observándolo.
En un segundo se hundió y no lograba salir, vaya mal trago (nunca mejor dicho), finalmente logró salir (solo pasaron 10 o 15 segundos, pero se hizo eterno), pero la piragua se quedó atascada entre las rocas.
Unos chavales que hacían barranquismo le ayudaron a sacarla.
Decidimos subir un rato más hasta casi el nacimiento del río Ara. Los paisajes espectaculares.
De vuelta a San Nicolás de Bujaruelo, nos sentamos un rato al lado del río viendo como niños y mayores se bañaban en él.
Habíamos invertido en la caminata 3:37’, con unos +400 m.
Volvemos al apartamento, ducha, descanso con siesta incluida y otro paseo por Broto. Cena y a dormir que mañana nos volvemos a la realidad.
El último día, toca hacer maletas y despedirnos del Parque Nacional de Ordesa y de Broto. Ha empezado a refrescar y el cielo amenaza tormenta, parece que esperaba que nos marcháramos. Subimos al coche y nos comprometemos en volver.
Ordesa y aledaños un lugar idóneo para hacer una escapada, ¡Os lo recomiendo!.